Ignorantes de la luz que
circundaba la inocencia
éramos tan felices amor mío
con el calor de nuestras manos
juntas
cruzando todos los caminos
y riéndonos de los obstáculos
de piedra o granizo
que nos intentaban parar esa
carrerairresponsable de la felicidad.
Éramos tan felices
y no nos enterábamos de la
dimensión de la vida.
De la invisible amenaza, de la
larga sombra del miedo,
no lo sabíamos nosotros,
irreverentes.
Amándonos con proyecciones de
futuro.
Hoy ya no pienso más allá de
mañanacuando espero
tu prueba de vida dicha por
otros.
Carmen Yáñez, poema de despedida dedicado ao
marido Luis Sepúlveda.
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